Podemos mirar nuestra vida desde varios niveles y seguiremos encontrando el concepto de equilibrio por doquier. En la toma de decisiones, por ejemplo. Buscamos aquello que nos satisfaga, considerando las consecuencias positivas y negativas, hasta que llegamos a un equilibrio aceptable y entonces actuamos.
Si mi comportamiento se rige por algunas premisas, es por las siguientes, que considero universalmente válidas:
- Crear felicidad en ti y en tu círculo de acción.
- No crear sufrimiento.
Sin embargo, ni con estas estamos libres de tomar decisiones comprometidas. No siempre puedes cumplir la primera sin contradecir la segunda, o viceversa. Es ahí donde nuestro sentido común toma posesión (en teoría) de nuestros actos y donde necesitamos de nuestro mejor critero para encontrar ese equilibrio tantas veces huidizo.
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