jueves, 3 de marzo de 2011

Una verdad esquiva


La verdad no existe. Y no hablo de que “la única verdad es que todo es mentira” ni tampoco me refiero a que la verdad depende del cristal con que se mira.
Me refiero a que la Verdad, con mayúsculas, no existe. De ella sólo tenemos un concepto inalcanzable, sólo una aproximación, como cuando hablamos del infinito. Encasillamos la verdad dentro de unos límites que nos permiten tomarla como cierta para así poder hablar con normalidad de lo que es verdad y de lo que no lo es, sin embargo, repito, la verdad no existe.

Tras leer algunas referencias de Popper y otras de epistemología, uno se da cuenta de que sólo podemos demostrar la falsedad de algo. No se puede demostrar que algo es verdadero, y lo que es peor, no es un problema de las herramientas o la tecnología, no. Sino que es algo inherente a la naturaleza de nuestro universo. Cuando se enuncia algo, basta con encontrar un solo contraejemplo para echar por tierra la afirmación. Por ejemplo, si decimos “todos los cisnes son blancos” bastaría con localizar un único cisne negro para darnos cuenta de que nuestra teoría de los cisnes blancos es falsa. Aunque encontremos miles de cisnes blancos, nunca podremos decir que todos lo son.

La única definición veo plausible sobre la verdad sería “aquello que no es falso”. Y aun así es una definición incompleta, ya que, sabes que algo no es falso porque no has encontrado un contraejemplo todavía. Así que deberemos conformarnos con iterar sobre la veracidad de una teoría, sometiéndola a todo tipo de pruebas para saber qué cosa no es. Digamos que se asemeja a un método numérico que itera para encontrar lo más parecido a la solución analítica de un problema.

Hablaba de este asunto con mi amigo André cuando dije que la única verdad en la que podemos confiar se encuentra en los sistemas matemáticos. En términos lógicos, me refiero a los sistemas axiomáticos basados en reglas. Sin embargo, mi buen amigo hizo bien en recordarme que ni aun así la verdad es completa. Ya demostró Gödel a principios del siglo XX que todo sistema consistente y lo suficientemente fuerte para representar los números naturales es incompleto, por lo que tendremos elementos de los que no podremos decir si son verdaderos o falsos. Así que ni en las Matemáticas, que es la rama más cercana a Dios, podemos decir que encontramos la verdad absoluta.

Por tanto, conformémosnos con esta verdad a baja resolución que nos envuelve. Convivamos con teorías de todo tipo que parecen verdad debido a la confirmación empírica. Pero no olvidemos que siempre habrá algo desconocido que se esconde en el sótano de nuestra percepción, como un demonio que espera para recordarnos nuestra limitación en la búsqueda de una verdad esquiva.

1 comentario:

  1. Huy, de esto hablábamos largo y tendido en una asignatura que tenía en la carrera; se llamaba "Teoría general de la información". Qué tiempos aquellos...

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